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sábado

QUÉ INMENSO ES EL PODER DEL ARREPENTIMIENTO

Pedir perdón a Dios todos los días, por nuestros pecados cometidos y por los del mundo entero.
La humanidad se encuentra cada vez más sumergida en el pecado, los verdaderos valores parecen estar perdidos, nadie quiere sacrificarse por amor a Dios, son tan pocos los que lo hacen y son tantos los que día a día se alejan del camino de la salvación eterna.

Los jóvenes, el futuro de la humanidad, viven tan rápido que se olvidan del verdadero sentido de la vida; el alcohol, las salidas nocturnas, la gente de mala vida, las borracheras, los antros nocturnos, los encuentros sexuales casuales hacen que cada vez más jóvenes vivan solamente para la diversión, el baile, el alcohol, el sexo desenfrenado y las palabras soeces, sin pensar en el futuro, y mucho menos sin pensar en Dios.

3 de enero de 1966.

De mañana, temprano, prorrumpió de mi alma el profundo dolor de mis pecados y los del mundo entero. Y mientras iba a la adoración matutina y a la Santa misa que la seguía, durante todo el camino, Él (Jesús) me estaba conversando. No pude escribir sino estas pocas palabras que dejaron huella viva en mi alma mientras yo seguía con el dolor de mis pecados:

Jesucristo.- "Ves, querida mía, ¡qué inmenso poder es el arrepentimiento!

Ustedes pueden desarmar el poder de Dios con que se alista para castigarlos.

Mira, mi Isabel, tú y todos aquellos que hacen reparación de los pecados por otros, obligan a mi Mano alzada para castigar,... a perdonar.

Yo extendí ante mi Padre Celestial mis Manos clavadas en la cruz para que les defienda, les salves de la eterna condenación del infierno...

EL SUFRIMIENTO HACE BROTAR LÁGRIMAS DE ARREPENTIMIENTO Y DE SALVACIÓN

8 de mayo de 1966.

Al venir hacia mi casa, después de la adoración de la noche, el Señor Jesús me dijo:

Jesucristo- "Cada gota de lágrima que el sufrimiento exprime de tus ojos cae sobre el alma de los pecadores y hace brotar de ellas lágrimas de arrepentimiento".

EL VALOR DEL ARREPENTIMIENTO

El arrepentimiento es un arma poderoso para volver a Dios, si éste arrepentimiento es genuino y verdadero, por un lado, comparte el pesar que viene del remordimiento, reflejado en el hecho de que la persona se siente mal por lo que hizo, pero además pide perdón por las ofensas y los pecados cometidos mediante el lloro, la lamentación y/o clamor hacia Dios.

Pero por sobre todo, se vuelve al camino en el que es guiado por Dios espiritualmente, en obras y en vida, logrando un cambio verdadero de mente y actitud respecto al pasado.

El arrepentirse debe ser verdadero, de corazón, para que sea válido, representando unu acto valioso de humildad y sumisión ante Dios, un acto necesario y vital para la conversión y una cualidad de gran valor para la vida cristiana.

Quien se aleja voluntariamente de la dirección y el camino de Dios, descubre que la consecuencia, determinada por Dios, es un mal aun mayor y desastre para el alma.

El arrepentimiento es necesario para la promesa del perdón. En la doctrina cristiana, si no hay arrepentimiento, tampoco hay perdón. También es una manifestación de fe, de amor y de misericordia que viene exclusivamente de Dios.

Por eso éste acto espiritual es muy importante para cada día, pedir a Dios perdón por nuestros pecados y los del mundo entero, ofreciendo nuestras oraciones, sufrimientos y privaciones por amor a Dios y para la salvación de las almas.

Encontrando en éste acto espiritual la gracia infinita de Dios la cual llena el alma con una alegría que el mundo no conoce.

EL VALOR SALVÍFICO DEL SUFRIMIENTO

Está bien luchar contra la enfermedad, no hay que dejarse vencer, porque la salud es un don de Dios. Al mismo tiempo, es importante saber leer el designio de Dios cuando el sufrimiento llama a la puerta de nuestra vida.

Desde que Cristo murió en la Cruz y tuvo que padecer un horrible y espantoso sufrimiento para darnos la salvación eterna, el sufrimiento tiene ahora otro sentido, tiene el don de salvar el alma que sufre, y habiéndose ya purificado puede el enfermo ó el que sufre ofrecer su sufrimiento corporal a Dios para salvar a otros, que quizás estén a punto de la condenación.

Jesucristo vino en ayuda de nuestra debilidad, tomándola plenamente sobre sí en la Cruz. Desde entonces el sufrimiento ha adquirido un sentido, que lo hace singularmente valioso, meritorio y lleno de gracias espirituales, que solamente el que sufre ofreciéndolo a Dios llega al conocimiento exacto de lo que significa sufrir para el bien de otros.

Desde entonces el dolor, en todas sus manifestaciones, cobra un significado nuevo y peculiar, porque se convierte en participación en la obra salvífica de Jesucristo (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 1521).
Nuestras penas, dolores, amarguras, y sufrimientos corporales, sólo adquieren significado y valor plenos de gracias espirituales inmensas, si están unidos al sufrimiento de Jesucristo en la Cruz.

Esta unión es nada más ni nada menos que la aceptación y el ofrecimiento a Dios de todos nuestros dolores y penas por los méritos infinitos de la pasión de Jesús.

Iluminadas por la fe, se transforman en fuente de esperanza y de salvación eterna, sólo en el otro mundo se conocerá el verdadero valor de haber sufrido por la salvación de otros. Dios en su infinita Bondad e infinita Justicia tiene premios especiales para los que sufren en pos de la salvación de las almas.

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